India y Pakistán: la guerra interminable que amenaza al mundo en 2025

Durante más de siete décadas, India y Pakistán han vivido atrapados en un conflicto que ni el tiempo ni las armas nucleares han logrado enfriar. Desde la sangrienta partición de 1947 hasta los recientes bombardeos cruzados de 2025, esta guerra latente sigue costando vidas, sembrando odio y amenazando la estabilidad qlobal. En este artículo de RifPost analizamos la historia, el presente y el inquietante futuro de una rivalidad que no conoce tregua.


Cuando dos países vecinos nacen el mismo año, con cicatrices frescas de una partición sangrienta, la historia difícilmente puede ofrecerles un camino tranquilo. Desde 1947, India y Pakistán han estado atrapados en un ciclo de tensiones, conflictos abiertos, guerras relámpago y escaramuzas interminables. Más de 70 años después, la “línea de control” que separa Cachemira no solo divide geografías, sino que simboliza una herida abierta que ni la diplomacia, ni la presión internacional, ni el paso del tiempo han podido cerrar.

Un nacimiento entre fuego y sangre

La guerra entre India y Pakistán no empezó en una trinchera ni con una declaración oficial. Comenzó con la partición del Raj británico en 1947. El nuevo mapa separaba a hindúes y musulmanes, pero lo hacía con reglas coloniales, prisas y sin compasión. Millones de personas fueron desplazadas. Cientos de miles fueron asesinadas en la migración forzada más grande del siglo XX. Y Cachemira, el territorio que debía decidir su pertenencia, se convirtió en la chispa del primer incendio.

La Primera Guerra Indo-Pakistaní (1947-1948) terminó con una línea de control improvisada, cortesía de la ONU. Pero el problema quedó sin resolver: Pakistán consideraba que Cachemira debía unirse a su país por mayoría musulmana. India, en cambio, la defendía como parte integral de su territorio. Desde entonces, cada guerra posterior ha sido una secuela del mismo guion inconcluso.

1965 y 1971: La guerra como rutina

En 1965, la segunda guerra estalló tras infiltraciones paquistaníes en la parte india de Cachemira. Se libraron combates intensos en tierra y aire. El resultado fue, otra vez, un empate técnico y una nueva tregua en Tashkent. Nada cambió realmente, salvo que se reforzó la percepción mutua de que el otro era el enemigo eterno.

Pero sería en 1971 cuando la tragedia se desbordaría. En este caso, la guerra estalló por la independencia de lo que hoy conocemos como Bangladesh. India apoyó a los rebeldes bengalíes contra Pakistán Occidental (la actual Pakistán), provocando una guerra brutal que terminó con la rendición de 90.000 soldados paquistaníes. Fue una de las derrotas más humillantes para Islamabad. Y aunque no fue un conflicto por Cachemira, reavivó el fuego nacionalista y agravó la hostilidad entre ambos estados.

1999: Kargil y el espectro nuclear

El conflicto de Kargil en 1999 demostró que incluso la bomba nuclear —que ambos países ya poseían desde 1998— no era suficiente para frenar el enfrentamiento directo. Soldados paquistaníes y milicianos cruzaron la línea de control para ocupar posiciones estratégicas en el lado indio de Cachemira. India respondió con una ofensiva militar que, con respaldo diplomático internacional, logró recuperar el terreno.

Ese episodio dejó en evidencia un hecho alarmante: dos países con armas nucleares podían, perfectamente, entrar en guerra sin que el mundo lo viera venir. Fue una señal de alerta que aún hoy sigue encendida.

2025: La peor escalada desde Kargil

En abril de 2025, un atentado en Pahalgam, en la Cachemira india, dejó 26 turistas hindúes muertos. El ataque fue reivindicado por el Frente de Resistencia, una rama de Lashkar-e-Taiba, y atribuido por India a grupos con base en Pakistán.

En respuesta, India lanzó la «Operación Sindoor», una ofensiva aérea con misiles SCALP y bombas AASM Hammer que alcanzó nueve objetivos en Pakistán y la Cachemira administrada por Islamabad, incluyendo supuestas infraestructuras terroristas en Muzaffarabad y Bahawalpur.

Pakistán replicó con la «Operación Bunyan ul Marsoos», disparando misiles Fateh y drones armados contra 25 objetivos militares en India, incluyendo bases aéreas en Jammu, Amritsar y Pathankot.

En total, más de 80 personas murieron en tres semanas, incluyendo civiles en ambos lados.

Un alto el fuego frágil

El 10 de mayo, tras intensas gestiones diplomáticas lideradas por Estados Unidos, India y Pakistán acordaron un alto el fuego inmediato. Se prevé que ambas naciones inicien diálogos en un lugar neutral a partir del lunes.

Sin embargo, la situación sigue siendo tensa. Pakistán ha cerrado su espacio aéreo temporalmente y ha advertido que responderá si India continúa sus ataques. Por su parte, India ha confirmado que sus bases aéreas sufrieron «daños limitados» debido a los ataques recientes de Pakistán, aunque asegura haber neutralizado la mayoría de las amenazas.

Cachemira: más que una región, un símbolo

Cachemira no es solo un territorio estratégico. Es un símbolo nacional para ambos. Para Pakistán, es la prueba de la traición de la partición. Para India, es una bandera de unidad nacional. En 2019, India revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira, integrándola más aún a la administración central. La respuesta paquistaní fue cortar relaciones diplomáticas y redoblar su postura en foros internacionales.

Mientras tanto, los verdaderos perdedores siguen siendo los civiles cachemires, atrapados entre dos fuegos. En una región altamente militarizada, vivir se ha vuelto un acto de resistencia.

¿Paz? Una palabra frágil

Las llamadas al diálogo han sido muchas. Se han firmado acuerdos, organizado cumbres, realizado gestos simbólicos. Pero en el fondo, persiste una desconfianza estructural. Los militares en ambos países juegan un papel crucial en la política nacional, y el enemigo externo es una herramienta eficaz de cohesión interna.

Ambos poseen armas nucleares, poblaciones masivas y gobiernos nacionalistas. La paz entre India y Pakistán no es solo deseable: es urgente. Pero cada intento de acercamiento choca con los fantasmas del pasado y las heridas del presente.

Una guerra que nos concierne a todos

En un mundo globalizado, ignorar esta guerra latente sería una negligencia peligrosa. India y Pakistán no solo están armados hasta los dientes, sino que tienen la capacidad de arrastrar al mundo a una catástrofe nuclear si las tensiones escalan fuera de control.

Mientras seguimos hablando de geopolítica en términos de bloques y alianzas, hay un rincón del sur de Asia que aún vive bajo el eco de disparos, drones y sirenas. Cachemira no es una página olvidada de la historia, es un recordatorio constante de que la paz sin justicia no es paz, y que hay conflictos que solo se resolverán cuando el derecho pese más que el orgullo nacional.

Etiquetas: India, Pakistán, Cachemira, conflicto, guerra, 2025, terrorismo, geopolítica, armas nucleares, diplomacia

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