Cuando la verdadera prueba no es la pobreza, sino la abundancia.

En la vasta tradición islámica existen historias que, pese a su antigüedad, mantienen intacta su capacidad de interpelarnos. Una de ellas es la narración de los tres hombres y un ángel, registrada en fuentes auténticas como Sahih al-Bujari y Sahih Muslim. Lejos de ser un simple cuento moral, este episodio transmite una advertencia que sigue vigente: la prosperidad puede ser un examen más difícil que la escasez.
Un encuentro que lo cambia todo
La historia cuenta que un ángel, bajo forma humana, visitó a tres hombres: uno leproso, uno calvo y uno ciego. A cada uno le preguntó qué anhelaba más. El leproso pidió salud y una piel agradable; el calvo, un cabello hermoso; el ciego, recuperar la vista.
El ángel, por voluntad de Dios, concedió sus peticiones al instante. Luego, cada uno eligió un tipo de riqueza: camellos, vacas u ovejas. Los animales fueron entregados y, con el tiempo, se multiplicaron hasta convertirlos en hombres prósperos.
La prueba de la abundancia
Pasados los años, el mismo ángel regresó, esta vez disfrazado como un viajero pobre. Se presentó primero ante el antiguo leproso, pidiéndole un camello para continuar su viaje. El hombre negó su ayuda y negó incluso haber sido enfermo alguna vez. El ángel le recordó quién era en realidad y anunció que perdería la bendición recibida.
La misma escena se repitió con el calvo, que también rechazó ayudar y mintió sobre su pasado. Ambos fueron devueltos a su condición inicial.
En cambio, cuando el ángel visitó al ciego, este reconoció que todo lo que tenía provenía de Dios. Le ofreció lo que quisiera de sus bienes, sin condiciones. El ángel le anunció entonces que conservaría su fortuna y su salud.
Más que un cuento moral
En el contexto islámico, esta narración no es solo una parábola religiosa. También es un reflejo de un principio social y ético: la verdadera prueba del ser humano puede llegar con la prosperidad, no solo con la dificultad.
El Islam enseña que tanto la pobreza como la riqueza son escenarios de prueba, y que la gratitud y la honestidad son virtudes centrales para superar ambas. El relato pone en evidencia la facilidad con la que las personas pueden olvidar su origen y atribuirse méritos que, en realidad, pertenecen a la voluntad divina.
Un mensaje que trasciende el tiempo
La historia de los tres hombres y un ángel resuena hoy con la misma fuerza que hace catorce siglos. Nos recuerda que la gratitud no es un sentimiento pasivo, sino una actitud activa que se demuestra compartiendo lo que tenemos, reconociendo de dónde viene y manteniendo la humildad incluso en la cima de la prosperidad.
En un mundo que valora el éxito material, este antiguo relato nos invita a una reflexión incómoda pero necesaria: ¿qué haríamos nosotros si un ángel tocara a nuestra puerta?
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