Cisjordania y Gaza: las imágenes que comparan a Israel con la Alemania nazi

Cortesía de Spanish Revolution


Un vídeo que circula en redes ha vuelto a sacudir conciencias al mostrar una realidad que demasiados prefieren ignorar. La pieza intercala imágenes recientes de Cisjordania y Gaza con un paralelismo brutal: lo que hoy viven los palestinos recuerda demasiado a lo que los judíos sufrieron en la Alemania nazi de los años treinta. La comparación no es gratuita ni exagerada; es el propio lenguaje visual y político el que fuerza a verla.

En la primera secuencia, cientos de hombres palestinos aparecen alineados y bajo la custodia de soldados fuertemente armados. El montaje aclara: no es archivo histórico, no es 1940 en Europa, es Cisjordania ayer mismo. Según la denuncia, más de 1.500 palestinos fueron “secuestrados” en un solo día, llevados a centros de detención donde las leyes israelíes permiten retenerlos indefinidamente, sin juicio ni cargos. El dato escalofriante que aporta el vídeo: más de 11.000 palestinos son hoy rehenes en cárceles israelíes, y al menos 3.500 están encerrados sin acusación formal alguna.

El foco cambia entonces a Gaza, ese rincón convertido en jaula de ruinas. Se ven casas destrozadas, niños que lloran, familias que cargan lo poco que queda en carros tirados por burros. Entre esas escenas, aparece un recorte de la BBC: la orden israelí de evacuar la Ciudad de Gaza. El montaje es tajante: esa orden equivale a una “solución final”. Y en la disyuntiva que plantea la narración está todo el drama: huir a un vacío sin agua, sin techo, sin pan… o quedarse en casa esperando una muerte casi segura.

La pieza se cierra con protestas en distintas ciudades, pancartas que gritan “Stop Genocide” y voces que llaman a la acción. El mensaje no es meramente informativo: es un toque de rebeldía, un golpe a la conciencia colectiva. Nos interpela directamente con un triple mandato: “Organízate, Rebélate, Lucha”.

Lo incómodo para Occidente es que mientras se rasga las vestiduras por otros conflictos, aquí calla, tolera o incluso justifica. Ese silencio cómplice pesa tanto como las bombas que caen en Gaza.

Al final, lo que este vídeo nos recuerda es que la historia no siempre avanza en línea recta. A veces retrocede y nos devuelve los mismos horrores con distinto uniforme. Y cuando el verdugo de ayer se convierte en el verdugo de hoy, el deber moral es aún mayor: mirar de frente, denunciar y no callar.

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