El pasado 28 de abril, un apagón sin precedentes dejó a oscuras a millones de personas en España, Portugal y el sur de Francia. Durante horas, ciudades enteras se paralizaron. No funcionaban los semáforos. Los trenes quedaron detenidos. Las telecomunicaciones colapsaron y hospitales activaron sus generadores de emergencia. Lo que parecía una simple “avería” fue, en realidad, uno de los mayores fallos eléctricos que ha experimentado Europa Occidental en los últimos años.

Pero aquí, nos atrevemos a decir lo que muchos ya están pensando: esto no fue un accidente. Fue provocado.

Un corte quirúrgico en pleno corazón de Europa

Según las primeras investigaciones, se registró una caída abrupta de 15 gigavatios en la red interconectada europea, lo que obligó a desconectar a España y Portugal del sistema continental. Una cifra que equivale al 60% del consumo eléctrico del momento. Para hacernos una idea: no se trató de una fluctuación, sino de un derrumbe.

A pesar de la magnitud del evento, los comunicados oficiales apenas han ofrecido explicaciones. Ni Red Eléctrica de España, ni REN en Portugal, ni RTE en Francia han aportado datos técnicos sólidos. Solo generalidades: «fallo en la interconexión», «desequilibrio de carga», «caída repentina». Una narrativa técnica para un suceso que tiene todos los ingredientes de algo más oscuro.

Porque si se trató de un fallo del sistema, ¿por qué se produjo de forma simultánea y afectó solo a tres países, dejando el resto de Europa intacto? ¿Cómo es posible que no se activaran los mecanismos de contención automáticos que supuestamente garantizan la estabilidad del sistema eléctrico europeo?

¿Qué NO nos están contando?

La teoría oficial descarta ciberataques, condiciones climáticas extremas y sabotaje. Pero la ausencia de evidencias no es evidencia de ausencia. Cuando un fallo de esta magnitud ocurre y las explicaciones no llegan, lo único que crece es la sospecha.

En RifPost creemos que no se puede descartar que estemos ante un acto deliberado. Ya sea como prueba de presión política, como ensayo encubierto de un nuevo tipo de guerra energética, o como estrategia de desestabilización, el apagón parece responder más a una lógica geopolítica que técnica.

No olvidemos que la energía es hoy una de las armas más poderosas en el tablero internacional. Quien controla la electricidad, controla las ciudades, los datos, la movilidad y la vida moderna. ¿Y si esto fue una advertencia? ¿Una demostración de poder para recordarnos lo frágiles que somos?

Europa, vulnerable y sin respuestas

La Unión Europea ha prometido una investigación «exhaustiva». Lo cierto es que, semanas después, seguimos sin un informe técnico oficial, sin comparecencias públicas convincentes y sin una sola dimisión. ¿Estamos frente a un sistema eléctrico tan débil que puede colapsar sin previo aviso? ¿O es que hay cosas que no se pueden decir porque las consecuencias serían demasiado grandes?

Peor aún: el apagón ha revelado que Europa no está preparada. La interconexión de las redes eléctricas, pensada para garantizar seguridad y eficiencia, se ha convertido en un punto débil. Basta un fallo —o un dedo que apriete el botón correcto— para dejar a medio continente a oscuras. Y eso debería encender todas las alarmas.

¿Quién se beneficia?

Esta es la pregunta que los gobiernos no quieren responder. Porque todo acto deliberado tiene un objetivo. Y toda operación encubierta tiene beneficiarios.

¿Podría tratarse de un ensayo de guerra híbrida? ¿De una advertencia de actores externos interesados en debilitar el modelo energético europeo? ¿O incluso de una operación interna, orientada a justificar nuevas medidas de control, inversiones en infraestructuras críticas o reformas legales?

No sería la primera vez que una crisis se convierte en oportunidad para reforzar sistemas de vigilancia, justificar presupuestos militares o acelerar la privatización de infraestructuras estratégicas.

RifPost opina

Desde RifPost creemos que es necesario exigir una auditoría independiente que no dependa de las instituciones que podrían estar comprometidas. No se puede permitir que un corte de este calibre quede sin responsables ni consecuencias.

El apagón del 28 de abril no puede explicarse como un simple error técnico. Todo apunta a que fue provocado, y lo peor es que podría repetirse. Porque si nadie rinde cuentas, si no se identifica al responsable, si no se refuerzan los sistemas, lo único seguro es que habrá otro corte. Quizá más largo. Quizá más grave. Quizá justo cuando más dependamos de la electricidad.

Y en ese caso, el problema ya no será técnico. Será político. Será moral.


Desde RifPost lanzamos la pregunta:

¿Crees que el apagón fue un simple fallo técnico o estamos ante un ensayo silencioso de manipulación energética a gran escala?

Queremos leerte.
Déjanos tu opinión en los comentarios, comparte tu experiencia durante el apagón y, sobre todo, no dejes que te apaguen la conciencia.
Tu voz también forma parte de la resistencia informativa.

RifPost – Porque el silencio también se combate escribiendo.

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